AMACUILÉCATL, DONDE EL VIENTO LE DIO VIDA AL QUINTO SOL
AMACUILÉCATL (del náhuatl Macuilli: cinco y Ehécatl viento)
Nuestros
sabios ancestros nahuas bautizaron a esta bella montaña como Amacuilecatl y en tiempos más recientes y siguiendo la
analogía con el cuerpo de una mujer, se
le conoce como los “Pies” del
Iztaccíhuatl.
Teniendo
como referencia a la cosmogonía mesoamericana, que habla de la quinta era,
mejor conocida como el “Quinto Sol” (que es la época en la que estamos viviendo
nosotros). Esta era fue creada en la ciudad de Tenochtitlán cuando reunidos los
dioses levantaron una enorme hoguera y en acto de sacrificio voluntario, los
dioses Nanahuatzin y Tecciztecatl se arrojan al fuego creando dos soles, pero
las demás deidades se percataron que no era bueno que existieran dos soles
iguales, Ehécatl, el dios del viento arrojó un conejo a uno de ellos con el fin
de apagarlo, creando así al sol y la luna. Después, soplo para dar movimiento a
estos astros dándole así, vida a la nueva era que surgía. La palabra
Amacuilecatl o Macuilecatl, cobra sentido, ya que nos remite al origen de
“Quinto sol”, era del movimiento, donde el viento da vida a lo inerte, siendo
el número cinco una representación de los cuatro puntos cardinales (ya que el
viento viene de todas direcciones) y Tonatiuh, el dios del sol situado al
centro completando el mágico número,
Es
sin duda una de las cimas más altas de México. Con sus 4660 msnm. Pero al considerarla parte del Iztaccíhuatl,
desprecian su valor como alta montaña. Dependiendo de las condiciones, la
progresión puede ser en roca o en mixto. Las rutas de acceso conllevan
diferentes pasos de escalada de grado II+ (es decir, de agarres regulares a buenos, en el que se
usan los brazos para progresar por una
ladera, sin llegar a la vertical. En el caso de ascender con personas sin
ninguna experiencia se llegará a utilizar cuerda y se recomienda para todos la cuerda en el
descenso, en el caso de bajar por las rutas que sean lo bastante aéreas y
expuestas.
Su
cumbre es un filo rocoso, en forma de pirámide, sus dos caras (la sur como la
norte) presentan paisajes muy diversos:
La
pared norte compuesta por varios arenales, producto de la erosión causada
durante millones de años, siendo el arenal poniente el menos difícil de
ascender. Esta pared es la panorámica principal durante el descenso de la cima
del Iztaccíhuatl.
La
cara Sur aparece como un gran macizo
rocoso conformado por un conjunto escalonado de tres murallas o crestas rocosas
bastante largas, provistas de grandes paredes y cuevas que alguna vez fueron
usadas para rituales de carácter prehispánico. La cima no se alcanza a ver a la
distancia, solo estando ya muy cerca y después de rodear varias engañosas cimas
que en realidad son collados que anteceden a la cumbre.
Es
posible que en diversas oquedades naturales alrededor de la montaña se hayan
efectuado ceremonias de un origen
ancestral.
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Una de las diversa cuevas alrededor de la Amacuilécatl |
Los espectaculares paisajes vistos desde este sitio, la convierten en un
mirador impresionante tanto hacia el Volcán Popocatépetl y la Rodilla del
Iztaccíhuatl. Como hacia Puebla y el valle de México,
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Popocatépetl, oculto entre las nubes desde la Amacuilécatl |
Primera rodilla vista desde la cumbre de la Amacuilécatl |
La Amacuilécatl, junto con la Catedral y la arista que va del tercer a
cuarto portillo, son los restos de un antiguo cráter que colapsó por su lado
oriental, tras una serie de violentas erupciones hace más de dos millones de
años, quedando solo los restos con la
forma de una herradura y teniendo en el fondo de dicho cráter, un valle bañado
por nacientes manantiales donde destaca una plataforma donde se realizaban
rituales de carácter prehispánico a sus deidades del agua y el viento.
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