EL MONTE TLÁLOC Y EL MISTERIO DE LA MONTAÑA FANTASMA



MONTE TLÁLOC

El Monte Tláloc, Punta Tláloc o Tlaloctépetl (El nombre Tláloc deriva de tlalli: tierra y octli: néctar, es decir, “el néctar de la tierra”), en su cima se encuentra, una de las construcciones arqueológicas a mayor altitud del mundo. Erróneamente mucho lo consideran el más alto de Mesoamérica, pero no es así (El Caracol -4370 msnm- en el Iztaccíhuatl; Nexpayantla -4310 msnm- en el Popocatépetl  y Poyauhtlan -4230 msnm- en Pico de Orizaba; lo superan en altitud). Pero de los centros prehispánicos construidos en los volcanes mexicanos, si es el más grande y el de mayor importancia en su tipo (Tetzacualco). Incluso, desde el punto de vista de la arqueología, destaca a nivel mundial, después de las construcciones enclavadas en la cordillera de los Andes, donde supera ampliamente a Machu Picchu, tanto en altitud, como en antigüedad.


TETZACUALCOS

El Tetzacualco es una construcción arquitectónica rectangular aparentemente muy simple, ya que tiene muros muy burdos y toscos, en los que no hay ningún tipo de mortero que una a las piedras, además no tiene pisos, ni estucos. En el Iztacíhuatl se sabe que hay tres Tetzacualcos, uno en el Popocatépetl, uno más en el Monte Tláloc y recientemente se encontró otro más en el Pico de Orizaba.

Una de las funciones principales de estos tetzcacualcos era de servir como observatorio astronómico, ya que los movimientos celestes fueron referencia obligada para regir el sistema calendárico prehispánico. Sucede que, desde un mismo recinto, en el transcurso de un año, es posible durante el amanecer o el ocaso percibir cómo el disco solar y otros cuerpos celestes cambian de posición con referencia al horizonte. En el caso del Sol, este parece moverse cada día. Fue este movimiento lo que permitió establecer una relación temporal y espacial entre los contornos prominentes del horizonte montañoso con fechas de importancia económica, astronómica y religiosa. Se realizaba así una lectura espacio-temporal sobre puntos bien definidos, a los cuales el Sol retornaba de manera cíclica. Para realizar esta lectura del aparente movimiento del Sol era indispensable un punto fijo de observación, un observatorio donde se desarrolló una astronomía de horizonte empírica. Entendemos que uno de esos emplazamientos fue el Tetzacualco, instrumento arquitectónico de observación desde el cual se marcaba “un eterno retorno” que los remitía a una duración más allá de la existencia humana en una larga duración a la manera de un tiempo institucional.

El más importante de los Tetzacualcos fue el del Monte Tlaloc. Ya que cuenta con una ubicación muy especial. Desde su cima se aprecia un efecto visual impresionante en conjunto con otros volcanes: el Pico de Orizaba, La Malinche y Sierra Negra. 

LA MONTAÑA FANTASMA
Cada año, entre el 7 al 12 de febrero, Se da un espectáculo visual como pocos en el mundo. Visto desde el Monte Tláloc, el sol, parece alinear y convertir en una sola montaña a los tres volcanes; como si se tratara de una montaña fantasma que desparece tan pronto surge el sol y se levanta en el horizonte.
Aunque el 9 y 10 de febrero el fenómeno arqueo-astronómico de la Montaña Fantasma se intensifica, como ya lo mencionamos, puede apreciarse desde el 7 al 11 de febrero. Estos cinco días son los llamados Nemontemi, mientras que el 12 de febrero el sol se aleja de las montañas para marcar el inicio del año nuevo mexica.
LOS NEMONTEMI Y LA UEY TOZOZTONTLI
Los Nemontemi eran los últimos cinco días del calendario mexica, aunque también estaban presentes en otros calendarios como el maya. Era un periodo de incertidumbre y preocupación, pues no se sabía con certeza lo que deparaba el destino del nuevo año. Por esta razón, durante los Nemontemi se ofrendaba a los dioses para pedir su amparo y el nacimiento de un buen año. Los festejos en estos días eran en honor a Centeótl, dios del maíz, así como a Tláloc
Esta celebración era conocida como del Uey Tozoztontli o gran vigilia.
Uno de los rituales más importantes era la peregrinación que hacía el tlatoani mexica hasta la cumbre del Monte Tláloc, donde se creía que moraba el dios de la lluvia. También acompañaban al tlatoani los gobernantes de Texcoco, Culhuacán, Xochimilco y Tlacopan. Debían empezar a subir desde el pueblo de Coatlinchan. Esta peregrinación podría compararse a la que se hace actualmente a la basílica de Guadalupe, guardando los respectivos contextos históricos.
No se tiene la certeza en qué año fue edificado el centro ceremonial del monte Tláloc, sin embargo, se han encontrado objetos provenientes de la cultura teotihuacana y se cree que fueron los toltecas quienes ocuparon este sitio como adoratorio a Tláloc antes que los mexicas. De hecho, según las crónicas, los mexicas intentaron reemplazar la escultura, pero un rayo la destruyó y decidieron devolver la original.
La triple alianza se apropió del sitio siguiendo con el culto a Tláloc y erigió un recinto ceremonial que recreaba el Tlalocan, entre los años 350 y 900 DC. Destacan la estructura principal amurallada, que contenía una plaza rectangular con adoratorios y zonas de descanso. Que mide 60 X 50 metros, y desde su base arranca una calzada de 150 metros de largo por 7 metros de ancho, orientada de este a oeste, que cumplía la función de recibir las peregrinaciones que acudían a este templo. Construir el santuario del monte Tláloc requirió un esfuerzo considerable por la altitud en que se encuentra el lugar. Si en este momento se quisiera reconstruir el Tetzacualco en la cima del cerro sería necesario subir 360 camiones de volteo de 6 metros cúbicos de piedra, y otros 40 camiones de tezontle.
De acuerdo con las crónicas de fray Diego Durán, el recinto que resguardaba la figura de Tláloc estaba construido con cantera y cobijado por un tejado de madera.
Alrededor de la escultura del dios de la lluvia se encontraban figurillas representativas de los Tlaloques (Los ayudantes de Tláloc), quienes cumplían la función de derramar el agua sobre la tierra y hacer temblar el cielo con sus rayos. Las figuras de los Tlaloques también representaban cada una de las montañas que se divisan en el horizonte desde este punto.
El ritual para venerar a Tláloc en su santuario seguía un protocolo especial. Moctezuma, el Tlatoani mexica, era el encargado de iniciar la veneración colocando un tocado especial sobre la cabeza del dios. Después, el resto de los gobernantes que acompañaban a Moctezuma se acercaban por orden de importancia y jerarquía para ataviar el resto de la figura con collares, brazaletes, y ofrendas de alimentos.  El ritual también incluía el sacrificio de niños en honor a los Tlaloques. Los arqueólogos han encontrado restos momificados de infantes sacrificados cerca de la chimenea volcánica del Monte Tláloc. Dichos sacrificios habrían ocurrido entre el siglo XV y XVI.
Todos pernoctaban en la montaña sagrada y al siguiente día se retiraba la fastuosa peregrinación guiada por los sacerdotes del Templo Mayor.
Al terminar las ceremonias sobre el Monte Tláloc, el recinto quedaba en resguardo de al menos 100 guerreros mexicas de élite. Quienes se aseguraban de cuidar las ofrendas ante una posible intrusión saqueadores.

Por último, hay que recalcar, que la sombra que proyecta la montaña sobre el valle de Texcoco, cuando el sol se levanta sobre el horizonte, no es la montaña fantasma. No nos dejemos llevar por información basada en la ignorancia.


La Montaña Fantasma



Comentarios

  1. Yo soy nativo de texcoco, subo cada año a ver este espectáculo.

    Y hoy he aprendido mucho de este artículo e investigación.

    GRACIAS!!!

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    Respuestas
    1. hola. una pregunta.. cualquiera puede subir? o hay que ir con un grupo especial?

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    2. Se puede ir solo, o en grupo. Pero acompañado, es una mejor experiencia. Mi cel por si te interesa y vamos 5535556453

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