HACIENDA DE TOMACOCO, AMECAMECA

HACIENDA DE TOMACOCO

Durante la colonia grandes extensiones de tierra quedaron en manos de muy pocos individuos quienes se valían de toda clase de artimañas para despojar a los legítimos propietarios y adueñarse de ellas, en la región de Chalco- Amecameca esto no fue la excepción siendo así como surgieron las haciendas.



Las propiedades no eran de enormes dimensiones pero si había grandes propietarios, una misma familia o un solo individuo era poseedor de varias haciendas o ranchos dentro de la misma jurisdicción, ya sea porque las arrendaba o porque era el propietario, un ejemplo de ello fue Don Miguel Sáenz de Sicilia quien para 1773 tenía la posesión de la hacienda de Tomacoco ubicada en Amecameca  y la hacienda de la Archicofradía y su hermano Don Felipe Sáenz de Sicilia poseía la hacienda de Panoaya tal vez en arrendamiento.


La hacienda en si misma representaba un poder adquisitivo sumamente elevado y más si esta contaba con molino.
Para tener un molino se requería de mucha agua para dar movimiento a las piedras, además se debía contar con todo un complejo sistema de almacenamiento de agua y de instalaciones y mecanismos para poder utilizarla como fuerza hidráulica, también se requería  construir edificios donde se instalarían las piedras.




La hacienda de Tomacoco conto con un molino que fue gestionado por el presbítero Pedro Gutiérrez de Prio quien pidió licencia para poder utilizar el agua del río del mismo nombre la cual baja de la sierra nevada y pasa a poca distancia de la casa; el presbítero afirmaba que de concedérsele se haría notoria la utilidad a los habitantes y labradores de la provincia por su mayor cercanía para la conducción del trigo. Al contar con un molino le daba ventaja económica sobre las demás haciendas ya que le permitía tener asegurada el riego para sus sementeras, diversificar la producción agrícola además de ser intermediaria entre los productores y el mercado.


En la provincia de Chalco existieron solo cinco molinos que funcionaron hasta la década del S. XIX aproximadamente los cuales eran:
El de Nuestra Señora del Buen Socorro
El de Miraflores
El del Moral
El de San Nicolás de Zabaleta
El de San José Tomacoco
Los molinos además fueron la forma de asegurar a sus propietarios la participación en la comercialización del trigo cosechado; de esta forma un pequeño grupo obtuvo el monopolio del mercado del trigo en Chalco tomemos como ejemplo los molinos de Zabaleta, Miraflores y el del Moral que llegaron a ser propiedad de individuos vinculados por parentesco.
Las alianzas matrimoniales y la herencia podían significar la fusión de fortunas y la consolidación de redes sociales o, por el contrario la división del patrimonio y la pérdida del status social.
Por tanto el matrimonio no solo atañía a los futuros contrayentes sino que afectaba los intereses de toda la familia ya que se comprometía parte de la fortuna y se involucraban alianzas socioeconómicas. La estrategia para que el patrimonio no se dividiera era  el ingreso de una parte de los hijos al clero ya que las dotes para ingresar al clero eran menores a las que debían darse si se quería hacer un buen matrimonio, además de que disminuía el número de herederos; una segunda estrategia consistía en la creación de mayorazgos que garantizaban la no división de los bienes al mismo tiempo que los mantenía dentro de la misma familia tal es el caso del mayorazgo Sáenz  de Sicilia que se fundó en 1764 y que tenía como dote principal el Molino-Hacienda de Tomacoco además  de tierras, agua, magueyales, fábricas y aperos, y más tarde en 1776 Don Miguel que tras la muerte de su padre y hermanos quedo como único heredero, agrego al vínculo una casa en la Ciudad de México.
Don Miguel hizo los trámites necesarios para que con el tiempo un título nobiliario acompañara a este mayorazgo cuya primera poseedora fue Doña Antonia Gómez Rodríguez de Pedroso quien junto con su marido obtuvo el título de Marquesa de Selva Nevada por el cual pagaron 10,000 pesos.



A diferencia de todas las fundaciones de mayorazgos, Don Miguel  estableció que el mayorazgo se trasmitiría por línea femenina ya que con esto se proponía socorrer a las mujeres ya que estaban más expuestas a pasar necesidades y extravíos por falta de medios para procurarse una honesta manutención, la primera poseedora se casó con un comerciante llamado Manuel Rodríguez  de los Pinillos, este matrimonio tenía importantes intereses en la producción y comercialización del pulque, poseían también tres ranchos pulqueros y 6 pulquerías en la Ciudad de México, lo cual les permitía tener asegurada la comercialización del pulque producido y a la vez eliminar los riesgos de un producto de tan fácil descomposición; la siguiente poseedora del mayorazgo fue su hija Josefa Rodríguez de los Pinillos y su marido José Gutiérrez de Rivero quienes también se dedicaron al comercio del pulque, a la muerte de ambos todos estos bienes pasaron a manos de su hija Soledad Gutiérrez del Rivero la cual contrajo matrimonio con el coronel  Felipe de Zavala y Aróstegui, sobrino del virrey Iturrigaray.
No se tienen datos de hasta qué momento perteneció el molino-hacienda a esta familia pero es muy probable que haya dejado de pertenecerles con la ley de desvinculaciones cuando la mayor parte de los bienes vinculados se vendieron.
La hacienda y el molino siguieron funcionando aunque con el paso de los años perdieron tierras y relevancia que en sus orígenes tuvieron; durante el Porfiriato con la introducción del ferrocarril volvió a tener cierta importancia pero ahora convertida en fábrica de textiles , el ferrocarril circulaba hasta la hacienda de Tomacoco afectando a su paso a varios propietarios (aun ahora pueden verse tramos de las vías); posteriormente durante la revolución la hacienda fue adaptada como cuartel del ejército quienes desde ahí controlaban la zona; es importante recalcar que Amecameca colaboro activamente con los zapatistas apoyándolos en su lucha agraria y fueron retribuidos con las esculturas de los leones que aun ahora se conservan en el parque de la cabecera municipal; después de este periodo de inestabilidad que represento la revolución la hacienda de Tomacoco volvió a funcionar como fábrica de textiles pero la competencia extranjera, la inestabilidad económica y otros factores hicieron que poco a poco quedara abandonada y fragmentada.


Actualmente una parte ha sido adaptada como granja de cerdos y su caserío casi ha quedado derruido, pero aun así ha hecho las veces de escenografía para la filmación de varias películas, su capilla hasta hace unos pocos años atrás aún era reabierta una vez al año el día De San José (19 de marzo).



Esta imponente hacienda que abarcaba cientos de hectáreas y que dictaba la vida económica de la región y de sus moradores hoy está en ruinas y a punto de desaparecer víctima de la indiferencia y el vandalismo; el paso del tiempo ha sido implacable.

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Con gusto te atenderemos.

INVESTIGACIÓN  Y COLABORACIÓN: LIC. ARIANA JIMÉNEZ JIMÉNEZ

Comentarios

  1. Existen otras haciendas que no han sido muy reconocidas, mas en cambio son tesoros que no todos le damos el valor que merecen como por ejemplo: La Haciende de Guadalupe en Tlapala, Chalco....ojala alguien se interese por ayudar a rescatarla y darle la funcion que merece.

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  2. Mis abuelos vivieron en hidalgo 30 chalco alguien tiene fotos viejas de la casona, dicen que vivió chucho roto

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Conozco muy bien esa hacienda de hecho tiene un túnel que cruza por ella es la cosa mas impactante por la cual el pasado es digna de mas estudios estuve ahí hace casi 20 años pero es algo impresionante. Al cruzar siente la presencia del pasado y al mismo tiempo el respeto por lo que ves dentro es increíble....

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  5. Esta muy bonita,, yo fui el 1 d enero, ya esta super deteriodara,,, pero muy bonita experiencia es la segunda vez q voy,,,, les recomiendo q si pueden ir vayan

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  6. Disculpe en qué año fue cotruida la hacienda de tomacoco

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  7. Yo fui hace más de veinte años, hacíamos día de campo cerca del río y la capilla en aquel entonces era muy bonito, me encantaría regresar.

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