Laguna de Nahualac, el observatorio del Sol
La zona de Nahualac, ubicada en la ladera oeste del Iztaccíhuatl a 3820 msnm, es un Cerro o monte de poca altura en un terreno llano, posible morrena de alguna vieja glaciación, que mira directamente al pecho del Iztaccíhuatl.
Nahualac está documentado desde el siglo XIX, en los trabajos del francés Desire Charnay.
Aquí se localizaron dos sitios arqueológicos pre-hispánicos: una zona de ofrendas y otro más en el estanque. José Luis Lorenzo, quien visitó el lugar en 1957, describe detalladamente el sitio y asocia su temporalidad al periodo Tolteca (900-1350 d. C.).
Los hallazgos recientes allí efectuados nos han mostrado una zona de ofrendas en la que casi todos los objetos fueron “matados” antes de depositarlos. No hay huesos de ningún tipo y parece que las ofrendas están contenidas en una especie de enterramiento, que consta en cuatro losas laterales y una quinta que hace de cubierta, todas hechas de lajas.
En ésta zona de ofrendas se encontraron casi ochocientos fragmentos de vasijas de cerámica antropomórfas con la efigie de Tlalóc en muy buen estado, unas cuantas joyas sin piedras preciosas, y restos de obsidiana. Algunas de esas piezas actualmente se encuentran en el Museo del Hombre en París (Desire Charnay 1973).
El material extraído por Charnay fue analizado por Noguera y Ekholm en 1923, se introduce entonces el concepto de cerámica de los volcanes, la cual se caracteriza por la presencia de vasos antropomorfos negros con la representación de Tláloc, además de la cerámica tipo cloisonné que Noguera asocia con Teotihuacan y Chalchihuites. Pero posteriores excavaciones en la cuenca de México cuestionaron esa interpretación presentándola como incorrecta (Iwaniszewski, 1986). Actualmente se considera que una buena parte de esa colección corresponde a la tradición Mazapa (1000-1150 d.C.).
De las excavaciones realizadas 1986, se ha obtenido la más rica colección cerámica de la alta montaña mexicana en tiempos modernos. Entre los objetos destaca una vasija zoomorfa de color negro bruñido con la efigie de un tlacuache Didelphis marsupialis, también se obtuvieron pequeñas ollas y vasijas trípodes de borde divergente y soportes mamiformes huecos con cascabel al interior; asimismo se liberó un plato de superficie bruñida en color crema aplicada después de la cocción y con decoración pintada en una franja roja al borde y al interior con dibujos en forma de “S” invertida o xonecuilli, que nos hace recordar los motivos decorativos de los tlamanalli u ofrendas hechas a los dioses de las montañas según se aprecia en el Códice Magliabenchi XIII, motivo igualmente similar a la decoración policroma de Chalco contemporánea al Azteca I, Azteca III de Culhuacan y la cerámica de Tlalmanalco; otro plato llama la atención por su decoración de pintura en el fondo que consiste en una figura geométrica que recuerda un caracol marino y refuerza la propuesta de culto acuático, esta decoración es observada en la cerámica de Tlalmanalco durante el Posclásico. Por último, la pieza más significativa de esas excavaciones, un pequeño jarro con la efigie de Tláloc que aún conser va el pigmento original azul y blanco: los colores de la lluvia.
A unos 150 m. al NE de la zona de ofrendas, se encuentra el famoso estanque, según estudios algunos estudios arqueológicos han determinado que por las fluctuaciones que han podido observar en él es muy posible que sea artificial.
La laguna alcanza su maximo esplendor en la época de lluvias y tiende a desaparecer en temporada de excesivo calor. Como la mejor referencia para su localización se encuentra a 30 minutos de la cascada congelada en San Rafael, Tlalmanalco, Estado de México.
En este lugar se encontró un tetzacualco, que en 1986, aún era claramente perceptible la estructura de 10.50 x 6m, que en la temporada de lluvia quedaba parcialmente sumergida al ser abastecida por canales que desviaban el agua de manantiales próximos.
El Tetzacualco es una construcción arquitectónica rectangular aparentemente muy simple, ya que son muros muy burdos y toscos, en los que no hay ningún tipo de mortero que una a las piedras, además no tiene pisos, ni estucos.
En el Iztacíhuatl se sabe que hay tres Tetzacualcos, uno más en el Popocatépetl, otro más en el Monte Tláloc y recientemente se descubrió uno más en el Pico de Orizaba.
El más importante fue el del Monte Tlaloc. Aunque no menos importantes los del Caracol, El Solitario y Nahualac, ya que todos ellos fueron observatorios astronómicos. Un dato muy interesante es que las estructuras del Caracol y de Nahualac separados por más 2 km y una diferencia altitudinal de 560m coincidan en punto muy específico; pues desde ambos sitios se ve aparecer el sol sobre el mismo corte de la montaña en el equinoccio.
Este hermoso lugar, tiene una vista espectacular de la cabeza y pecho del Iztaccihuatl, y cuenta con magnificos espacios para acampar. Y se han tenido avistamiento de coyotes en dicha zona, a mi me consta, pero no hay porque temer, ellos estan más atemorizados por la amenaza del hombre y tienden a huir.
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