UN PEDAZO DE CIELO, ATORNILLADO EN LA TIERRA.


La caja azul en el Iztaccíhuatl.


En el volcán Iztaccíhuatl es posible encontrar por doquier numerosos testimonios de gratitud a la vida, amor a la montaña y hermandad, ya sea en forma de cruces, placas, nichos, incluso urnas con cenizas de personas que quisieron descansar eternamente en el volcán.
            Y quizá el testimonio más significativo lleno del amor más puro y la esperanza por una cumbre más alta; es la cajita azul, que tristemente su razón de ser poco a poco va quedando en el olvido, se encuentra en collado conocido como Segundo Portillo o Portillo de la Guglia, ubicado a 4350 msnm, sobre la ruta más tradicional de las últimas décadas.
Esta caja era una era un justo homenaje, del amor de un padre a su hija. Contenía la copia de un  libro de poesía, escrito por una niña llamada Stacey, un block para apuntes y bolígrafos, con la intención de que alpinistas de todo el mundo escribieran un mensaje a la joven poetisa o algún pensamiento inspirado en sus obras literarias.

Varios escaladores han leído los poemas y se conmovieron profundamente, algunos hasta las lágrimas, por las palabras de Stacey. Agregaron mensajes tan inspiradores como el recuerdo de Stacey, Una persona escribió:

“Si la muerte nos transforma en un espíritu que entra más profundamente en el corazón de aquellos a quienes hemos amado, entonces tal vez es en la muerte que somos completamente conocidos. Y así vivimos en el corazón de otro y la agudeza de la muerte se desvanece lentamente ... Solo conozco a Stacey por el amor de su padre y por sus palabras cuidadosamente elegidas. Es suficiente. Stacey me mueve.

Actualmente, este libro ya no existe dentro del buzón azul.

El espíritu de Stacey es un viento libre en la montaña

Stacey Levitt, nació el 19 de mayo de 1977, tenía una amplia variedad de intereses. Desde los ocho años, demostró una habilidad extraordinaria para capturar con palabras la belleza y la maravilla de su mundo. Llevaba un diario de sus poemas favoritos, que servían para consolar a su familia y amigos en su momento de tristeza. Ella era una bailarina y una atleta destacada, una estudiante excelente y una amiga para muchos.

Tuvo una vida ocupada y activa mientras crecía en el norte de Toronto con su familia, sus padres Ned y Cheryl, sus hermanas Marni y Jacqueline, su perro Peaches y muchos amigos muy cercanos y entrañables.

En marzo de 1994 durante un intercambio escolar en México, conoció a la Mujer dormida, la montaña que la llevó al éxtasis, dejó escrito en su diario que nada le era más necesario que llegar a esa cumbre. Ya que esa ocasión no pudo llegar a la cima, por el mal clima. A su muerte, faltaban cuatro meses para el nuevo mes de marzo, cuando había prometido volver.

El 30 de agosto de 1995, a tan solo 3 meses de cumplir los18 años. Se ejercitaba por las calles de Ontario, su ciudad natal, cuando un camión le pasó por encima. Su muerte provocó un torrente de dolor no solo entre familiares y amigos, sino en una comunidad más grande, conmocionada por la trágica pérdida, tan temprana, de una vida tan hermosa. 

Una amistad forjada por el destino

Cuenta Miguel Ángel Cortés, que, en noviembre de 1996, estando en “La Joya” (lugar donde inician la mayoría de expediciones a cumbre), se le acercó un hombre delgado, de unos cuarenta años, de tez blanca y ojos claros, claramente extranjero. Le llamó la atención ver que en sus manos tenía un libro, teniendo de portada la imagen a contraluz de una niña, parada sobre una roca, levantando las manos hacia el sol.
Este señor, resultó ser Ned Levitt que, durante 48 años, llevó una vida de ensueño. Era socio de una exitosa firma de abogados, él y su esposa, Cheryl, eran padres de tres hermosas y talentosas hijas que compartían su entusiasmo por los deportes, las artes y apacible vida en su casa de campo. Luego, el 30 de agosto de 1995, un evento trágico sacudió a Ned hasta lo más profundo de su alma, amenazando la estabilidad familiar, su carrera y su propia salud mental. Su hermosa hija de 18 años, Stacey, fue atropellada y asesinada por un automóvil. Ned relata el dolor de identificar el cuerpo de su hija, asistir a su funeral y luego el terrible despertar a la implacable realidad del dolor: ¿Cómo alguien puede vivir el resto de su vida con semejante tragedia? Después de un año lleno de pensamientos suicidas, Ned necesitaba urgentemente sanar. Y dos acciones que nacieron por el profundo amor a su hija le dieron la cura para su espíritu. Él y su esposa publicaron un libro recopilando las poesías que Stacey escribió desde los 8 años y viajó a México para completar el sueño truncado de Stacey que era encumbrar en el Iztaccíhuatl, para rendirle testimonio del amor que tenía por su hija.


Ned, preguntó en inglés a Miguel Ángel dónde estaba tomada aquella foto. A lo que no supo responder inmediatamente por lo extraño de la escena. Luego, el padre de Stacey le contó que la foto estaba tomada en algún lugar del Izta, en el invierno de 1994. Miguel Ángel, ya con las ideas más ordenadas, examinó mejor la imagen, se le hizo familiar la silueta de una roca a la que él conocía como el Fraile y con esa referencia determinó la ubicación de la piedra sobre la que la chica estaba parada. Cuando se lo contó a Ned, liberó mucho dolor y encontró consuelo mediante el llanto.
Ned Levitt contrató a un grupo de cuatro guías de montaña canadienses, con el fin de llegar a la montaña a un lugar seguro y rendirle un homenaje a su amada hija. Ned pudo haber encontrado a cualquier persona o a ninguna, pero la magia de Stacey lo reunió con Miguel Ángel, quien se había identificado con Ned plenamente, ya que Miguel Ángel también había perdido a un ser querido, su compañera de montaña y de vida: su esposa. Miguel Ángel hablaba inglés y conocía perfectamente la montaña. Había pasado allí cientos de noches, primero con su cónyuge y después, buscando alivio, bajo el resguardo de la mujer blanca.
Fue Miguel Ángel, quien recomendó a los canadienses colocar la caja azul en el Segundo Portillo, un lugar donde todo el mundo descansa después de un gran esfuerzo. Lo instalaron un 20 de noviembre de 1996. Mientras los guías colocaban y sujetaban mediante clavos y cadenas el buzón azul. Levitt colocó 20 libros en el suelo en forma de abanico. Tomó uno y comenzó a leer varios poemas, entre ellos el primero que Stacey escribió cuando tenía ocho años.

El libro de la vida y la esperanza: Yo soy una rosa


Los padres de Stacey, Ned y Cheryl, publicaron una edición privada, a la que nombraron “I am a Rose”, una recopilación de la poesía, que la niña empezó a escribir desde los 8 años, hasta su muerte. Este libro de poemas sirvió de inspiración para el documental de televisión que fue financiado y emitido conjuntamente en CBC TV y Vision TV. Nos muestra e arduo viaje inspirador de un padre a través del dolor, su proceso de curación desde la repentina muerte de su hija de 18 años, Stacey. Y el terapéutico ascenso de Ned a la cumbre del Iztaccíhuatl, finalizando el sueño interrupido de Stacey.
I Am a Rose
por Stacey Levitt
I am a rose.
I drink the purest of waters
I stand big and tall
In my brand new vase
And when people walk by
They stop and gaze
At my wonderful, yet delicate,
Petals of red.
Then they totter off swinging
Their heads.
And with a backwards glance,
They run down the aisle
In a skip of a prance!


Yo soy una rosa
por Stacey Levitt

Soy una rosa
Y bebo la más pura de las aguas
Me muestro magna y espigada
en mi nuevo florero.
Y cuando las personas pasan,
se detienen y me miran
todavía con mis hermosos, pero delicados
pétalos de rojo.
Enseguida se balancean,
Mueven sus cabezas de un lado a otro
Y con una mirada hacia atrás,
Corren por el pasillo
alejándose de salto en salto!
Antes de que Levitt terminara de leer aparecieron los primeros montañeros que descendían. Sin saber qué pasaba comprendieron que estaba pasando algo importante y entre cansancio y curiosidad, se sentaron en la pendiente que de manera natural asemeja un graderío rocoso. Siguieron llegando más personas y el grupo fue creciendo ante la sorpresa e incertidumbre. Levitt no dejó de leer los poemas de su hija. Entonces, desde abajo, apareció una pareja de extranjeros que apenas venía ascendiendo. Miguel Ángel comentó que el más joven se llamaba Timothy. Muy perceptivo, Timothy levantó uno de los libros, leyó la solapa y pidió a Levitt permiso para tomar la palabra. “Soy pastor bautista —dijo— y estoy seguro de que su hija debió de ser alguien muy especial si fue capaz de mover a tanta gente”. Al lado de Miguel Ángel, un anciano mexicano, sin entender lo que estaba pasando, pedía que alguien le tradujera los acontecimientos. Cuando Miguel pudo atenderlo, él anciano dijo que dos años atrás había perdido una hija y que, aunque Levitt no lo creyera, vería luz al final del túnel. Levitt tomó un libro, se lo dedicó y se lo regaló. Los presentes terminaron con los 20 libros y ese día nadie pudo pasar de largo la cajita azul. Cada uno, a modo de despedida y solidaridad, le dio un abrazo al desconocido Levitt. Antes de irse, Ned invitó a todos a dejar escrito en la cajita cualquier mensaje que quisieran a su Stacey o a la montaña, que era igual.

CATARSIS

Ciertamente, nada puede reemplazar la pérdida de un hijo; sin embargo, el ascenso sanador de Levitt, un viaje iniciado originalmente por Stacey, que no pudo completarlo debido a las malas condiciones climáticas, lo ayudó a recuperar el control de su vida.
Durante la aventura, Ned se hizo amigo de varias personas con las que forjó un fuerte vínculo emocional al compartir su historia y la poesía de Stacey,  al enterarse de sus propios desafíos. Colocó el libro de poesía en una caja en la montaña, junto con bolígrafos y un bloc de notas en el que escribió el siguiente mensaje a Stacey:
“I put this box with your book at this place so those people with strength and courage who pass this way will know of your great strength and courage. "I love you so deeply words are not enough and I had to express my love with deeds."
“Puse esta caja con tu libro en este lugar para que las personas con fortaleza y coraje que pasan por aquí te conozcan y conozcan tu gran fortaleza y coraje. Te amo tan profundamente, las palabras no son suficientes y tuve que expresar mi amor con hechos ".



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